Una lección de un fracaso

Hay veces que de los fracasos se saca una gran lección. Mi último fracaso es un videoclip para un amigo, él está encantado, a mi me parece un horror y le he pedido que no le diga a nadie que es cosa mia. No lo ha hecho, pero ese es otro tema.

La gran lección que me ha enseñado es, en realidad son dos, una fea y otra bonita. La fea es que, a partir de ahora, favores, ni uno. La bonita es que las cosas, en este mundo, funcionan con un buen equipo. Y que casualidad, resulta que para este corto, todavía sin nombre, tenemos un buen equipo, el mejor. Cada no tiene sus funciones y se ocupa de cumplirlas, nos ofrecemos ayuda cuando puede ser necesaria, hablamos, discutimos, nos escuchamos... Además, es que, no sé si han acertado conmigo, pero ellos son muy buenos en sus funciones. Ya os he hablado de Rubén y Paula, presentándolos como las piezas del equipo que son ante mis ojos. Hoy voy a seguir con el resto.

Empezando por Fran, también del equipo de producción. Es el serio, el realista, el que intenta mantenernos con los pies en el suelo, el que nos recuerda donde estamos y donde queremos llegar. Siempre se asegura de que lo que tratamos en las reuniones ha quedado claro para todos. Es lo opuesto a mi, el otro punto de vista. Yo tiendo a hiper positiva y él no es que sea negativo, es que siempre sale con algún incoveniente posible. Parte del no para lograr el sí. Yo parto del sí. Resulta gracioso escuchar debates entre nosotros porque ni siquiera llegando a la misma conclusión somos capaces de darnos la razón, nos falla la manera de expresarlo, jajaja.

Seguramente si hubiera tenido a Fran cuando me metí con el videoclip, el resultado hubiese sido diferente. El producto seguramente sería el mismo, pero la hostia que me di... seguramente, se habría encargado de ponerme la colchoneta, por si acaso...

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